¿Por qué gobernar si puedo tuitear?

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Por Pedro Feliú. El País Digital, Argentina
Matéria publicada em 14/03/2021

Presidencialismo en el gobierno de Bolsonaro.

Los últimos cuatro presidentes brasileños formaron mayorías en el Congreso Nacional, utilizando los nombramientos ministeriales como una de las principales herramientas para coordinar la base parlamentaria de gobierno. El presidente Jair Bolsonaro, sin afiliación partidaria, se negó a construir esta coalición y nombró a una abundancia de militares para cargos de alto nivel. La estrategia del actual presidente demuestra que su menor preocupación es gobernar, delegando al Legislativo un activismo inédito.

El presidente elabora su estrategia de negociación con el Congreso Nacional en función del tipo de agenda legislativa que pretende implementar. Una agenda legislativa que necesita aprobación del Congreso por medio de proyectos de ley y enmiendas constitucionales demanda ceder espacio a otros partidos en el gobierno. En contrapartida, a través de sus elevados poderes legislativos, el presidente tiene la posibilidad de elegir gobernar por decretos, sin preocupación con una agenda de políticas públicas demandante de aprobación legislativa para su implementación.

Elegido criticando el presidencialismo de coalición, supuestamente responsable por la corrupción en el país, Bolsonaro cumplió su promesa de campaña y su narrativa anti partidos políticos, conformando un gobierno con el triplo de militares en cargos importantes de la administración federal en relación con 2018, disponiendo pocos puestos a los partidos políticos. Así, siguiendo la tradición populista de la derecha brasileira de Janio Quadros (1961) y Fernando Collor (1990-1992), Bolsonaro adoptó una estrategia de conexiones directas con sus votantes y al mismo tiempo descuidando las instituciones en una cruzada contra enemigos inventados. Esa estrategia puede ser percibida en la figura que se expone a continuación, que ilustra la frecuencia de la producción legislativa del Ejecutivo y del Legislativo en los primeros años de gobiernos recientes en Brasil.

Fuente: DIAP

Bolsonaro no solo fue el presidente que menos presentó iniciativas legislativas, sino que fue inéditamente ultrapasado por el Legislativo en términos de activismo en la agenda política del país. Una de las principales propuestas políticas de Bolsonaro es la liberación de armas para la población, hecho que el presidente flexibilizó con cuatro decretos en 2021 que no necesitan aprobación legislativa. Muchas medidas provisorias de Bolsonaro, como la interferencia en el nombramiento de decanos en las universidades federales, perdieron validad por la falta de aprobación del Legislativo. Asimismo, las materias del presidente aprobadas sufrieron sustantivas modificaciones en el Congreso, como en los casos del auxilio de emergencia y la aprobación del fondo para la educación. Bolsonaro no necesita hacer coalición porque no quiere aprobar una agenda política sustantiva. La preocupación central del gobierno está en el manejo de las redes sociales, presentando un desempeño muy bajo en las políticas públicas.

Sin embargo, aunque no sean muchas las iniciativas legislativas de Bolsonaro, su apoyo en el Congreso Nacional es tan alto como el que tuvieron los presidentes con coaliciones. En los dos años de gobierno, Bolsonaro tiene el promedio de 76% de apoyo en la Cámara de Diputados y el 87% en el Senado [1]. La figura abajo presenta en el eje horizontal el porcentaje de apoyo al gobierno de los partidos de la Cámara de Diputados en 2019 y 2020.

 

Fuente: Congresso em Foco

Con excepción de los partidos de izquierda, del PDT al PSOL, la mayoría de los partidos apoyan Bolsonaro en más del 70% de votaciones. El partido más fiel a Bolsonaro es el PSL, abandonado por el presidente después de las elecciones. La ciencia política brasilera nos enseña que la distancia ideológica de los partidos del Congreso y el presidente es una variable clave para el nivel de confrontación entre los poderes. Predomina en el fragmentado Congreso brasileiro partidos fisiológicos de derecha, más cercano de las preferencias de Bolsonaro. Así, con baja preocupación en aprobar una agenda política en el Congreso y congruencia ideológica con el legislador mediano, Bolsonaro está cómodo sin necesidad de construir una coalición legislativa más sólida.

Cuando rumores de impeachment ganaron fuerza a partir de la desastrosa gerencia de la pandemia, el presidente reaccionó con cargos en el segundo nivel y recursos para esos partidos que permanecieren con alguna fidelidad al gobierno. Siempre lejos de los ojos distraídos de la opinión pública. Sin coalición, la mesa de negocios es permanente, agenda por agenda. El reciente cambio en las presidencias de la Cámara y Senado aumentó la probabilidad de supervivencia del gobierno, hecho que nos induce a no esperar una vuelta del presidencialismo de coalición. Un factor sorprendente es la popularidad del presidente brasileño es no caer mucho en 2021 por el deterioro de todos los indicadores relevantes del país y el fin de las ayudas de emergencia. Bolsonaro mantiene el 57% de apoyo entre quienes consideran regular o bueno el gobierno [2]. El presidencialismo plebiscitario, propio de los gobiernos populistas, parece impulsado por las redes sociales. La conexión virtual directa con la población, junto con un Congreso Nacional conservador, permite al líder populista moderno simplemente ignorar la agenda política real. En las alas de twitter, los niveles de popularidad de Bolsonaro le permiten competir en las elecciones de 2022 sin necesidad de hacer mucho aquí en el mundo real. 

Sobre el autor: Pedro Feliu. Prof. do Instituto de Relações Internacionais da Universidade de São Paulo (USP).

REFERENCIAS

[1] https://radar.congressoemfoco.com.br/governismo/senado.

[2] https://datafolha.folha.uol.com.br/opiniaopublica/2021/01/1989211-aprovacao-a-bolsonaro-cai-de-37-para-31-e-reprovacao-vai-a-40.shtml.

Fonte: El País Digital